El vicepresidente boliviano,
Alvaro García Linera, de visita en la Argentina
La etapa inaugurada por
Morales en 2005 es un proyecto revolucionario en constante reinvención. Su
gobierno es hijo de la movilización social que tumbó al ex presidente Gonzalo
Sánchez de Lozada y a buena parte de la elite, explicó.
Cuando la política pierde representatividad se vuelve insuficiente para
resolver los problemas de las personas. Entonces, es necesario rediseñar sus
instituciones, crear nuevas formas de participación y acordar una agenda que
recoja las demandas colectivas. “Una movilización siempre es una forma de
participación, de ampliación de la democracia. Está pasando en Brasil ahora y
pasó en Bolivia en los primeros años de la década del 2000”, afirmó Alvaro
García Linera, vicepresidente de Bolivia, quien visitó Argentina en estos días
y habló en el Centro Cultural de Cooperación Floreal Gorini sobre los años de
Evo Morales en el poder. “La gente asume su autorrepresentación frente al
Estado cuando fallan los canales de mediación”, señaló.
La etapa inaugurada por Morales en 2005 es un proyecto revolucionario en
constante reinvención. Su gobierno es hijo de la movilización social que tumbó
al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y a buena parte de la elite que por
décadas marginó a los sectores populares de la política. “Se había establecido
un régimen de mediación política sustentado en partidos liberales, que había creado
una elite que se reciclaba y se turnaba en los puestos públicos. Y el pueblo,
la juventud, los campesinos, los obreros eran concebidos sólo como votantes y
consumidores”, explicó García Linera. Según su visión, la fuerza del gobierno
boliviano radica en su composición heterogénea. “En Bolivia no tenemos un
gobierno de un partido, sino de una flexible y elástica confederación negociada
de movimientos y organizaciones sociales”, sostuvo.
Para García Linera, la acción colectiva es una muestra de la vitalidad
de cualquier proceso revolucionario, por lo que debe ser vista como algo
positivo. En este contexto debe enmarcarse el conflicto entre el gobierno y
parte de la población indígena de la Amazonia boliviana por la construcción de
una ruta que atraviesa el Parque Nacional Tipnis. “La decisión tomada por
nosotros fue articular el territorio. El Tipnis es parte de la entrada del
altiplano a la Amazonia”, dijo el vicepresidente, quien añadió que la idea es
cohesionar un país fragmentado, hermanar a los bolivianos del oriente y del
occidente y acorralar a las viejas oligarquías agrupadas en torno de la tierra,
que convirtieron la región en una gigantesca hacienda privada y desde donde
orquestaron un golpe de estado en 2008. “La carretera atraviesa un parque que
fundó el general René Barrientos. El que llevó adelante la contrainsurgencia,
el que luchó contra el Che Guevara. Ese general en 1966 declara esta zona
parque nacional, porque era una zona conflictiva, que se disputaban dos
departamentos (provincias)”, contó. García Linera reconoció que si bien está
demostrado que el proyecto fue aprobado por los mismos pobladores, el gobierno
decidió dar marcha atrás. El objetivo es ahora explicar mejor a quienes viven
allí la importancia de conectar territorialmente el país, teniendo en cuenta la
cuestión medioambiental.
En sintonía con la cuestión del Tipnis, el conflicto con la Central
Obrera Boliviana (COB) forma también parte de las contradicciones y paradojas
que García Linera les atribuye a los procesos de transformación como el que se
desarrolla en su país. La disputa con los mineros de la COB tiene su origen en
la ley de pensiones promulgada en 2010. La nueva legislación venía a terminar
con el régimen neoliberal que aseguraba la jubilación únicamente para quienes
habían mantenido una relación salarial. Es decir, la antigua ley dejaba afuera
a campesinos e indígenas, la gran mayoría de la población. “Para las personas
que ganan más de 1000 dólares, la jubilación la van a obtener de su aporte
personal. Las que ganan menos de 800 dólares para abajo, la van a cobrar del
aporte individual, patronal, estatal y de las personas que ganan mucho”,
remarcó García Linera. La COB pidió al presidente modificar una vez más la ley.
“Los que trabajan en las minas, por los altos precios de los minerales, ganan
más. Hay un grupo de compañeros mineros que quieren jubilarse. Los que durante
veinte años ganaron 3000, 4000 bolivianos, y en los últimos cinco años pasaron
a 10.000, 15.000, 20.000 y quieren jubilarse al ciento por ciento del salario
del último mes. La idea de reforma de la ley fue impulsada por los trabajadores
de la mina estatal Huanuni, que al día de hoy ganan mínimo 10.000, máximo
50.000”, añadió. “Aceptamos cualquier cambio, siempre y cuando no se toquen los
beneficios de los que ganan poco, que son la mayoría. Pueden venir a
dinamitarnos el Palacio de Gobierno. Pero vamos a defender los derechos de los
que ganan poco”, enfatizó.
Con respecto a su vecino Brasil, a pesar de tener más dudas que
certezas, García Linera calificó lo que ocurre como el surgimiento de un
movimiento de clases medias emergentes. “Hay movilizaciones sociales, en este
caso encabezadas por la juventud y una clase media emergente, vinculadas con
momentos de un ascenso de la economía. Pareciera ser que los momentos de mayor
movilización social no son los momentos de mayor penuria económica. Esto da
lugar a luchas redistributivas del excedente.” Para el vicepresidente, algo
similar pasa en Bolivia. “En Bolivia bloquean una carretera para pedir una
escuela. Antes se cortaba una ruta para pedir la restitución del gas”,
ejemplificó. Desde su interpretación, no se trata de reclamos por el orden
económico o de luchas que cuestionen el orden económico, sino de una lucha por
la redistribución del excedente producido en ese orden económico concreto.
Informe: Patricio
Porta.
Fuente: Página /12
3 de julio de 2013