miércoles, 17 de abril de 2013

Margaret Thatcher: la Dama de Hierro del neoliberalismo



Para los argentinos, el nombre Margaret Thatcher evoca las resonancias trágicas del conflicto bélico de Malvinas y el crimen de guerra del hundimiento del crucero General Belgrano. La así llamada “Dama de Hierro”, Primer Ministro por entonces del Reino Unido, supo capitalizar entonces en el electorado británico la cruel derrota infringida a nuestro país. Sin embargo, con la perspectiva que da el tiempo, no resultó unívoca entre los propios ingleses la opinión y el balance que deja la trayectoria de Thatcher luego de su fallecimiento. Los trabajadores y asalariados de Gran Bretaña conocieron la dureza de la política de ajuste, flexibilización y privatización de la ex Primer Ministro.Y para ellos el apodo de “Dama de Hierro” no pudo quedar apaciblemente como expresión de firmeza o coraje político, sino de implacabilidad con los débiles y los pobres. A nivel global por otra parte, el nombre de Margaret Thatcher ha quedado asociado, junto al del presidente estadounidense Ronald Reagan, a la contrarrevolución neoliberal-conservadora que azotó a gran parte del planeta. De allí que los recuerdos que deja no pueden ser gratos para todos aquellos identificados con los ideales de emancipación social y plena autodeterminación de los pueblos.
La trayectoria política de Thatcher en el conservadurismo británico estuvo jalonada de episodios que la pintaron de cuerpo entero, como un instrumento de la gran burguesía y el capital financiero, en el proceso de aplicación del modelo neoliberal en las metrópolis del capitalismo. Como ministra de educación en los años ´70, fue apodada “Ladrona del vaso de leche”, al impulsar, bajo el principio rector de la reducción de gastos públicos, la eliminación del vaso de leche para los alumnos de entre 7 y 11 años de las escuelas británicas. Más adelante, y ya como Primer Ministro, fue principal responsable de la reconversión neoliberal de la economía de la Isla del Norte, y del enterramiento histórico del Estado de Bienestar. Como señaló Eric Hobsbawmn en su Historia del Siglo XX, la derrota de las clases obreras metropolitanas fue un paso imprescindible para la instauración y “naturalización” del neoliberalismo a escala global. En Gran Bretaña se jugó uno de los más importantes episodios en esa puja. Es recordada la victoria de la “Dama de Hierro” sobre el núcleo duro de la clase obrera de su país: los mineros. La malograda huelga de los mineros fue un punto de inflexión; a partir de allí se consolidó la política de ajustes y privatización. Por ello, recientemente el secretario general de la Asociación de Mineros de Durham, David Hooper, declaró públicamente en relación al fallecimiento de Thatcher que “No siento ninguna tristeza, ella destruyó nuestra comunidad, nuestros pueblos y nuestra gente”. En su momento, Thatcher instrumentó hábilmente a la opinión pública de la Isla contra los mineros, así como también utilizó el conflicto en el Atlántico Sur para posicionarse como “estadista” y firme defensora de los intereses británicos (no podrá desmentirse que sí lo fue de los intereses imperialistas).
La implementación del modelo neoliberal en los años ’80 siguió con medidas como la desregulación del sistema financiero, la privatización de empresas como British Telecom, y un índice de crecimiento económico muy bajo. Las consecuencias sociales fueron el aumento de la brecha entre ricos y pobres, el incremento de la desocupación y la pérdida de conquistas laborales para los asalariados británicos. Los gobiernos laboristas posteriores (como sucedió en general con la socialdemocracia europea) no intentaron siquiera revertir la situación, aceptando el rol de gestores de la economía neoliberal. En ese sentido, el programa de Thatcher fue exitoso: construyó el escenario neoliberal y consolidó la “revolución conservadora”. En este plano, hermanada con el reaganismo en los EEUU, hay que señalar también que Thatcher profundizó el acercamiento de Gran Bretaña a la potencia estadounidense; tendencia que también “respetaron” los gobiernos posteriores.
Para nuestras tierras del Sur, el balance no puede ser más triste. Thatcher fue principalísima responsable en el crimen de guerra del hundimiento del crucero General Belgrano (al costo de la muerte de 323 tripulantes), que se encontraba navegando fuera del área de conflicto. Ese hecho terrible sepultó cualquier posibilidad de una salida diferente al conflicto armado con nuestro país. La dictadura genocida que se había enseñoreado en la Argentina a partir del año 1976 y que es responsable de la criminal conducción de la guerra en el Atlántico Sur, no encontraría rumbo ante la ofensiva imperialista, y brindaría asimismo un inapreciable servicio a la revolución conservadora metropolitana al permitir posar a Thatcher como firme estadista. Si estas trágicas circunstancias no resultarán ya de por sí suficientes, recordemos la “amistad” de la “Dama de Hierro” con el dictador chileno Augusto Pinochet, anudada con los servicios prestados por el gobierno dictatorial chileno a los británicos durante la guerra de Malvinas. Thatcher devolvió favores en los momentos en que Pinochet fuera retenido en Londres por sus violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura en el país trasandino. Dijo Thatcher en esas circunstancias acerca de la complicidad de Pinochet con el imperialismo inglés: “Su intervención [la de Pinochet] hizo que la guerra fuera más corta y que se salvaran muchas vidas de ciudadanos británicos”. Tal el pensamiento de Margaret Thatcher varios años después de la guerra. Los pueblos no la llorarán, ni extrañaran su “puño” de hierro, siempre vuelto contra los pobres.


Germán Ibañez

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