miércoles, 28 de agosto de 2019

La articulación nacional-popular


El escenario político actual muestra un gobierno en descomposición, pero con la voluntad de continuar en un plan de saqueo de la economía nacional. Ese rumbo solo puede aumentar un descalabro ya terminal, sin chances de reflotar la cohesión gubernamental o de favorecer las expectativas reeleccionistas de Macri. Por ello, el problema político más delicado no es la supervivencia del gobierno oligárquico, sino el reacomodamiento de las fuerzas sociales que lo sustentaron hasta aquí, especialmente los intereses vinculados al capital financiero internacional. Esos intereses intentan condicionar al próximo gobierno de signo nacional-popular, y para ello la amenaza cada vez más cercana de una debacle general “a lo 2001”, parece la herramienta principal. No cabe esperar piedad de los saqueadores. La anti utopía del macrismo se esfuma, y se queda, cara a cara, con los intereses orgánicos del imperialismo, representados en el FMI. El descrédito relativo del FMI, por su evidente corresponsabilidad en el derrumbe argentino, no debe llevarnos a subestimar su poder.
En tal cuadro de situación, parece claro que la posibilidad de éxito (más allá de lo electoral) del proyecto nacional-popular depende de la convergencia de una adecuada orientación política, muy atenta a la contingencia pero con mirada estratégica, y una amplia base social asentada en los intereses mercado internistas. Estos elementos son contrastantes con la situación política y social del pueblo argentino en el año 2001. Aun así, debe observarse el profundo daño que ha sufrido y seguirá sufriendo un tiempo más el conglomerado productivo nacional y los sectores populares. Por ello, el “castigo” se aplicará allí, al tiempo que continúa la campaña de demonización del kirchnerismo y el peronismo.
En un escenario así, la articulación entre la orientación política y la coalición social pasa a ser fundamental. Nos referimos a los hombres y mujeres concretos, a los militantes, referentes y dirigentes. Ese nexo es el que puede asegurar un enraizamiento profundo del proyecto nacional-popular, y de esa manera resistir la embestida dirigida a continuar disgregando el tejido social popular. Allí se encarna la memoria viva del movimiento nacional, en repertorios de organización y lucha, en experiencias de comunicación popular, en una cultura polemista que se afina cada vez más y desafía el discurso único del neoliberalismo. Ese patrimonio del pueblo argentino no estuvo ausente en el año 2001. Pero ahora tiene otra densidad, amasada en una década efectivamente ganada. Hay que hacerlo valer.

Germán Ibañez

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