Un análisis publicado hoy por Tiempo Argentino, sobre cómo y por qué el vicegobernador electo, Gabriel Mariotto, pone a disposición del gobierno provincial que asumirá el 10 de diciembre su experiencia en la gestión y militancia por la nueva “ley de Medios”.
Por Víctor Ego Ducrot (*) | El proyecto político que encabeza la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se inscribe en lo que el francés Fernand Braudel, quien marcó un antes y un después en el pensamiento historiográfico contemporáneo, habría considerado como una señal clara de ciertos movimientos sísmicos dentro del sistema mundo capitalista, según su teoría de quiebre paradigmático acerca de los tiempos diferenciados y de “longue dureé” o larga duración en el curso de la Historia.
La jefa de Estado de los argentinos fue clara durante sus recientes exposiciones en el G-20, y apeló incluso al humor cuando se comparó a ella misma con la joven militante que fue en aquella década del ’70. Cristina puso en la escena política internacional algo que viene siendo considerado entre politólogos, filósofos y cientistas sociales con pensamiento crítico: que el sistema mundo capitalista imperialista atraviesa su etapa de mayor injerencia y control por parte de la facción financiera.
Es probable que la presidenta haya recordado a uno de esos pensadores que ya lo planteaba cuando la palabra neoliberalismo aún no figuraba en el vademécum mediático de la política. Durante su curso Nacimiento de la Biopolítica, dictado en el Collége de France, entre enero y abril de 1979 (el mismo puede leerse en el libro con igual título editado por el Fondo de Cultura Económica; Buenos Aires; 2007), Michel Foucault ubicaba con exactitud el nacimiento del marco político que expresa y requiere el anarco-capitalismo al que hizo referencia Cristina en Cannes: se trata del modelo neoliberal inaugurado en la Europa de postguerra, particularmente en la flamante y ya desaparecida República Federal de Alemania, el que fuera posible gracias a que las bombas, el Holocausto y las matanzas de la Segunda Guerra Mundial destruyeron al Estado nazi pero no al mercado, categoría esta que los Estados Unidos, como actor hegemónico entonces emergente, se encargó de proteger por encima y fuera de la racionalidad que implican las instituciones.
Ya en nuestro territorio y región, ¿cuál otro fue el rol de los Estados Unidos y del mundo central que resultó de la post guerra que no fuera el de la demolición de los estados de América Latina mediante la aplicación de la doctrina de la Seguridad Nacional primero, y la de las democracias vigiladas o rengas y privatizadoras después?
Es respecto de aquel diseño de mundo que Braudel hubiese leído como movimiento sísmico lo que viene ocurriendo en los campos político, económico y cultural de la Argentina, a partir del 25 de mayo de 2003: se trata de la mejor experiencia hasta ahora concebida y ejecutada para recuperar las instituciones y la práctica colectiva de las grandes multitudes, contra el anarco-capitalismo. El futuro será tarea del futuro y de sus correlaciones de fuerzas en los contextos históricamente determinados, siendo que por fuera de esas consideraciones no sobreviven la política sino la metafísica de lo político.
Resulta difícil desconocer que la irrupción de una experiencia como la que encabezó Néstor Kirchner y ahora conduce Cristina pueda originarse por fuera de las siguientes dos posibilidades: a través del nacimiento justo en el tiempo de un movimiento político y cultural nuevo, revolucionario, como lo fue el peronismo en aquel 17 de octubre de 1945; o como recuperación resignificada del mismo, tras derrotas tácticas o coyunturales, que es lo que en términos de realidad profunda expresa el denominado kirchnerismo. Tan sólo desde este marco conceptual pueden entenderse el compromiso de sus máximos dirigentes y militantes con un programa de transformaciones profundas y el reciente 54% de la presidenta en las urnas.
Ahora bien, la Historia también enseña que estos procesos históricos contienen una gimnasia de dialéctica permanente, según la cual las experiencias se reconocen a sí mismas y se sintetizan una y otra vez, sobre los escenarios concretos.
Un escenario concreto es el del país que se abrirá en pocas semanas más, cuando Cristina asuma su nuevo mandato presidencial, tras cuatro años de gestión y ocho de proyecto, como consecuencia de un resultado electoral de multilaterales consensos y con urgencias estratégicas, entre las cuales el de los efectos globales del anarco-capitalismo ocupa un lugar preponderante. Y dentro de ese escenario nacional podemos identificar uno de gran especificidad, que no el único pero sí con volumen propio en términos de aritmética política, y por lo tanto clave en tanto construcción y consolidación de poder transformador: el de la provincia de Buenos Aires.
Es público y notorio, no voy a abundar al respecto, que el territorio bonaerense será llave para la continuidad del país abierto el 25 de mayo de 2003, y por eso quizá nada más oportuno y a la vez expresivo de los que este ensayo de interpretación política viene intentando, que sea ahí, en la provincia de Buenos Aires, donde con mucha nitidez parece que se pondrá en juego un gran intento de experiencias sintetizadas.
El vicegobernador electo de la provincia, Gabriel Mariotto, se propone, y así lo hizo saber en forma pública, aportar lo que le dejó su paso por la gestión militante, al frente de una de las grandes batallas culturales que libraron Néstor y Cristina: la que derivó en la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Así, para el 25 de noviembre tiene previsto encabezar una gran asamblea o plenario de militancia y organizaciones políticas y sociales, a realizarse en alguna sede sindical del sur del Conurbano, para darle inicio a una dinámica de la cual surjan debates y propuestas de trabajo con amplia participación popular, tendientes a ofrecerle a la gestión provincial de Daniel Scioli una amplia agenda sobre puntos que, tanto el gobernador como su vice electo, consideran cruciales para la provincia y para el proyecto nacional: seguridad, inclusión social, vivienda, salud, empleo, educación en orden a las necesidades productivas de Buenos Aires y cultura, por sólo mencionar algunos de los tópicos que los organizadores de la jornada subrayaron.
La iniciativa de Mariotto apunta a recuperar la experiencia de los cientos de foros públicos que impulsara como último interventor del Comfer, para informar a la sociedad en torno a la necesidad que tenía y tiene el cuerpo democrático del país de contar con una legislación –la actual y vigente llamada Ley de Medios –, que recupere la palabra, sacándola del cerco oligopólico al cual la había reducido la corporación mediática.
Aquellos foros se transformaron en un punto de inflexión creador y amplificador de los consensos sociales alrededor de la iniciativa; y el vicegobernador electo no se equivoca al trasladar aquella búsqueda al seno de la gestión en uno de los territorios claves para el futuro del país; en sintonía fina con los movimientos sísmicos que las mayorías argentinas y su líder política están provocando dentro del sistema mundo contemporáneo. Recuperación de experiencias y síntesis contra el anarco- capitalismo.
(*) Docente, periodista y director de AGEPEBA. Nota publicada en hoy en Tiempo Argentino.
Por Víctor Ego Ducrot (*) | El proyecto político que encabeza la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se inscribe en lo que el francés Fernand Braudel, quien marcó un antes y un después en el pensamiento historiográfico contemporáneo, habría considerado como una señal clara de ciertos movimientos sísmicos dentro del sistema mundo capitalista, según su teoría de quiebre paradigmático acerca de los tiempos diferenciados y de “longue dureé” o larga duración en el curso de la Historia.
La jefa de Estado de los argentinos fue clara durante sus recientes exposiciones en el G-20, y apeló incluso al humor cuando se comparó a ella misma con la joven militante que fue en aquella década del ’70. Cristina puso en la escena política internacional algo que viene siendo considerado entre politólogos, filósofos y cientistas sociales con pensamiento crítico: que el sistema mundo capitalista imperialista atraviesa su etapa de mayor injerencia y control por parte de la facción financiera.
Es probable que la presidenta haya recordado a uno de esos pensadores que ya lo planteaba cuando la palabra neoliberalismo aún no figuraba en el vademécum mediático de la política. Durante su curso Nacimiento de la Biopolítica, dictado en el Collége de France, entre enero y abril de 1979 (el mismo puede leerse en el libro con igual título editado por el Fondo de Cultura Económica; Buenos Aires; 2007), Michel Foucault ubicaba con exactitud el nacimiento del marco político que expresa y requiere el anarco-capitalismo al que hizo referencia Cristina en Cannes: se trata del modelo neoliberal inaugurado en la Europa de postguerra, particularmente en la flamante y ya desaparecida República Federal de Alemania, el que fuera posible gracias a que las bombas, el Holocausto y las matanzas de la Segunda Guerra Mundial destruyeron al Estado nazi pero no al mercado, categoría esta que los Estados Unidos, como actor hegemónico entonces emergente, se encargó de proteger por encima y fuera de la racionalidad que implican las instituciones.
Ya en nuestro territorio y región, ¿cuál otro fue el rol de los Estados Unidos y del mundo central que resultó de la post guerra que no fuera el de la demolición de los estados de América Latina mediante la aplicación de la doctrina de la Seguridad Nacional primero, y la de las democracias vigiladas o rengas y privatizadoras después?
Es respecto de aquel diseño de mundo que Braudel hubiese leído como movimiento sísmico lo que viene ocurriendo en los campos político, económico y cultural de la Argentina, a partir del 25 de mayo de 2003: se trata de la mejor experiencia hasta ahora concebida y ejecutada para recuperar las instituciones y la práctica colectiva de las grandes multitudes, contra el anarco-capitalismo. El futuro será tarea del futuro y de sus correlaciones de fuerzas en los contextos históricamente determinados, siendo que por fuera de esas consideraciones no sobreviven la política sino la metafísica de lo político.
Resulta difícil desconocer que la irrupción de una experiencia como la que encabezó Néstor Kirchner y ahora conduce Cristina pueda originarse por fuera de las siguientes dos posibilidades: a través del nacimiento justo en el tiempo de un movimiento político y cultural nuevo, revolucionario, como lo fue el peronismo en aquel 17 de octubre de 1945; o como recuperación resignificada del mismo, tras derrotas tácticas o coyunturales, que es lo que en términos de realidad profunda expresa el denominado kirchnerismo. Tan sólo desde este marco conceptual pueden entenderse el compromiso de sus máximos dirigentes y militantes con un programa de transformaciones profundas y el reciente 54% de la presidenta en las urnas.
Ahora bien, la Historia también enseña que estos procesos históricos contienen una gimnasia de dialéctica permanente, según la cual las experiencias se reconocen a sí mismas y se sintetizan una y otra vez, sobre los escenarios concretos.
Un escenario concreto es el del país que se abrirá en pocas semanas más, cuando Cristina asuma su nuevo mandato presidencial, tras cuatro años de gestión y ocho de proyecto, como consecuencia de un resultado electoral de multilaterales consensos y con urgencias estratégicas, entre las cuales el de los efectos globales del anarco-capitalismo ocupa un lugar preponderante. Y dentro de ese escenario nacional podemos identificar uno de gran especificidad, que no el único pero sí con volumen propio en términos de aritmética política, y por lo tanto clave en tanto construcción y consolidación de poder transformador: el de la provincia de Buenos Aires.
Es público y notorio, no voy a abundar al respecto, que el territorio bonaerense será llave para la continuidad del país abierto el 25 de mayo de 2003, y por eso quizá nada más oportuno y a la vez expresivo de los que este ensayo de interpretación política viene intentando, que sea ahí, en la provincia de Buenos Aires, donde con mucha nitidez parece que se pondrá en juego un gran intento de experiencias sintetizadas.
El vicegobernador electo de la provincia, Gabriel Mariotto, se propone, y así lo hizo saber en forma pública, aportar lo que le dejó su paso por la gestión militante, al frente de una de las grandes batallas culturales que libraron Néstor y Cristina: la que derivó en la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Así, para el 25 de noviembre tiene previsto encabezar una gran asamblea o plenario de militancia y organizaciones políticas y sociales, a realizarse en alguna sede sindical del sur del Conurbano, para darle inicio a una dinámica de la cual surjan debates y propuestas de trabajo con amplia participación popular, tendientes a ofrecerle a la gestión provincial de Daniel Scioli una amplia agenda sobre puntos que, tanto el gobernador como su vice electo, consideran cruciales para la provincia y para el proyecto nacional: seguridad, inclusión social, vivienda, salud, empleo, educación en orden a las necesidades productivas de Buenos Aires y cultura, por sólo mencionar algunos de los tópicos que los organizadores de la jornada subrayaron.
La iniciativa de Mariotto apunta a recuperar la experiencia de los cientos de foros públicos que impulsara como último interventor del Comfer, para informar a la sociedad en torno a la necesidad que tenía y tiene el cuerpo democrático del país de contar con una legislación –la actual y vigente llamada Ley de Medios –, que recupere la palabra, sacándola del cerco oligopólico al cual la había reducido la corporación mediática.
Aquellos foros se transformaron en un punto de inflexión creador y amplificador de los consensos sociales alrededor de la iniciativa; y el vicegobernador electo no se equivoca al trasladar aquella búsqueda al seno de la gestión en uno de los territorios claves para el futuro del país; en sintonía fina con los movimientos sísmicos que las mayorías argentinas y su líder política están provocando dentro del sistema mundo contemporáneo. Recuperación de experiencias y síntesis contra el anarco- capitalismo.
(*) Docente, periodista y director de AGEPEBA. Nota publicada en hoy en Tiempo Argentino.
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