martes, 9 de octubre de 2012

El aluvión de votos bolivarianos

¡Uh, ah, Chávez no se va!

Por Mario Toer *
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Se queda. A pesar del colosal dispositivo planetario montado para hacernos suponer que catorce años ya eran suficientes. Que la gente se terminaría de dar cuenta de que no se puede seguir con tanto aquelarre de corrupción, inseguridad y desprecio por las instituciones. ¿Les suena parecido? En todita Venezuela y en el mundo entero los canales, las radios y los diarios serios reflejaban el avance del candidato opositor en las encuestas y las sombrías amenazas ante el presunto desconocimiento de la voluntad popular por parte del oficialismo. Los diarios españoles ABC y el inefable El País lideraban la campaña contra la pertinancia populista. Y hete aquí que la testaruda realidad emergió del torbellino, con algo más del 54 por ciento, para perseverar en los paralelismos. El representante de Venezuela ante la OEA, el socialcristiano Roy Chaderton, fue gráfico y elocuente: “Banda de zamuros, zopilotes y gallinazos que en medio de muchos centenares de periodistas vinieron en búsqueda de sangre, se llevaron una gran sorpresa”, expresó, durante una entrevista en el programa Agenda Abierta, que transmite Telesur. Poco antes, ante un mar de banderas bolivarianas, salpicadas de estandartes argentinos, uruguayos, ecuatorianos, el candidato otra vez triunfante ratificaba que el nuevo período del gobierno revolucionario 2013-2019 habrá de ser un ciclo de reflexión y rectificación de errores. Y llamaba a la oposición a sumarse al diálogo, el debate y la colaboración constructiva. ¿No se podrían solicitar amparos ante la Justicia y solicitar indemnizaciones de los medios ante la desinformación de la que somos víctimas? Quizá encontremos en algún rincón del país algunos jueces benévolos. Porque son tan insistentes que hasta al más pintado se le pone todo algo confuso. Los rostros lúgubres de algunos locutores en los canales de TV eran conmovedores. Seguramente es una capacidad que exigen en algunos castings. Ahora habrá que esperar que la pertinacia de las células cancerosas retome el camino. Porque ya se probó con referéndum revocatorios, catorce comicios, un golpe de Estado... La defensa de la democracia no escatima recursos extremos. Por de pronto, el Departamento de Estado que ha sido paladín de la democracia en el mundo (como pudimos saberlo por documentación desclasificada motu proprio o Assange mediante) advirtió que se debe garantizar la voluntad de la minoría... Por si acaso. Allí están acostumbrados, ya que el sabio dispositivo constitucional que utilizan permite, entre otras martingalas, que la minoría ponga al presidente. Aunque a Al Gore le haya resultado fastidioso.
Pero a pesar de todo esto, y a pesar de errores y flaquezas, la mayoría de los venezolanos consideró que vale la pena seguir tentando dar nuevas chances a la difícil tarea de torcer el curso espontáneo de la historia. Que está visto que no es fácil. No sólo por la implacabilidad de los defensores del viejo orden, que no tienen miramientos, bien lo sabemos los argentinos, sino también por los aprovechadores de nuevo linaje, aprendices de punteros devenidos portavoces populares, burócratas inefables que tienen que aprender que el privilegio no tiene por qué ser un parapeto a perpetuidad. Probablemente atender a errores pasados pueda ser volver a tender la mano a algunos liberales que se piensan progresistas, que valoran las conquistas populares pero aprecian en demasía los buenos modales, como si tuviéramos atrás varios siglos de parlamentarismo. Sin duda se requiere de paciencia y de lealtad para aprender los unos de los otros. Pero quizá valga la pena. En Venezuela, como en otras partes, lo más implacable de la reacción suele requerir en torno suyo a biempensantes, quizás a veces un tanto ingenuos, que suelen quedarse en la superficie de los buenos modales. Sin ese camuflaje, los desestabilizadores más implacables devienen invariablemente inconfundibles escuálidos.
La cadena internacional del fingimiento viene insistiendo de manera creciente en la presunta “chavización” de Cristina Fernández de Kirchner. Se equivocan si pretenden encontrar imitadores. Pero quizás están en lo cierto si partimos de las realidades profundas y no de sus antojadizos montajes. “Tu victoria también es la nuestra”, dijo la Presidenta. Y Chávez tuvo palabras de agradecimiento por delante de las que dirigió a los otros colegas del continente. Son parte del mismo equipo. Y hasta puede que haya habido cierta kirchnerización del chavismo. Lo que importa es que unos y otros sigamos aprendiendo a desmontar la afrenta. Entonces la pertinacia de las células que se seguirán reproduciendo serán las de la emancipación de los pueblos latinoamericanos.
* Profesor titular de Política Latinoamericana (UBA)

Fuente: Página/12, 9 de octubre de 2012

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